viernes, 31 de julio de 2009

Obesión 7 – El espacio y las estrellas

Per aspera, ad astra.
(“A través de las dificultades, hacia las estrellas”) –Séneca–


Buenas (y estrelladas) noches.

Esta semana, gente, como veces anteriores (véase en posts anteriores: “Noche” y “Lluvia”) me encarajiné con el cielo y sus cuestiones.

Esta vez va por el espacio en sí. Porque en ese remolino que entremezcla y fusiona los estímulos que quedan dando vueltas en esta gran habitación que es mi cabeza, en la cual uds. siempre son bienvenidos, dejaron sus estelas en el aire recuerdos de variada procedencia, todos con el sello inconfundible de la nocturnidad espacial.

Se dan la mano frente a mí Vincent Van Gogh y Stanley Kubrick, separados por un siglo, pero unidos por una visión.
Sólo un genio creador como el de Stanley Kubrick puede, en una película de 2 horas y 19 minutos, introducir poco menos de 41 minutos de dialogo y hacer de eso algo interesante. “2001: Odisea en el espacio”, la obra de arte a la que me refiero, pasó de ser una película defenestrada por los críticos de la época a investir el título de film de culto, imprescindible en toda colección.
Las cadencias, los climas, la intriga sobre la computadora con inteligencia artificial HAL 9000, los innovadores efectos especiales (especialmente en la escena final, la del psicodélico trip de colores que se pega David Bowman -el protagonista-), el memorable fragmento de las naves y telescopios al compás del “Danubio Azul”, el monolito, junto con la elipsis mas grande de la historia del cine, desde los primates hacia la nave, le valieron a esta peli quedarse a vivir en mi cabeza y partírmela. No es sentarse a ver una película, es recibir la posibilidad de vivir una experiencia.

La llave de la puerta que nos abrió Kubrick a esta nueva visión del espacio, oscuro, silencioso y abundante en misterios también la tenía Van Gogh. Claro que hablamos de otra rama del arte y de otra época, pero miren esto sino:






Se trata de la obra “De sterrennacht”, (en castellano: “La noche estrellada”) de mediados del año 1889.

Este cuadro fue pintado desde la ventana del Sanatorio Saint-Remy de Provence, donde el holandés retuvo la noche en su memoria, ya que fue creado de día.
Para subrayar lo afirmado anteriormente, sobre la visión que Vincent tenía sobre el espacio, y su capacidad artística para capturar en su plana la esencia de la noche y las estrellas, les dejo una frase que el autor le escribió a su hermano en una de sus cartas:

“Tengo una terrible necesidad... ¿diré la palabra?... de religión. Entonces salgo por la noche y pinto las estrellas”.

Seguramente a Vincent y a Stanley los une la frase con que abrí este post, pues ambos, a través de las dificultades, derrotando toda adversidad, han llegado a las estrellas. Han alcanzado la cima del potencial artístico y en sus obras han sublimado. Se han dejado a sí mismos en sus trabajos, quedando así en la memoria colectiva generación tras generación.



No quiero irme sin recomendar también, para ser justo, la respuesta rusa a 2001: Odisea en el espacio, que fue Solaris, de Andrei Tarkovsky. Se trata de algo en la misma tónica pero con otros condimentos filosóficos y existencialistas, línea divisoria que, por cierto, podría trazarse entre todas las películas del estadounidense y las del ruso.

Bueno, ahora sí.
Me despido, recordándoles que nada en el universo perece, todo está sujeto a transformarse.

Ah, y que todos estamos hechos de estrellas.

Uh, que cielo estrellado...

...va a estar lindo mañana entonces.

1 comentario:

  1. Querido Fer, cuando admiro La noche estrellada me gusta pensar en el Van Gogh de familia protestante, y en las Revelaciones del apóstol Juan.
    Avanti don Vicente. Cordial abrazo.
    Ezequiel A.

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