domingo, 5 de julio de 2009

Obsesión 4 – La noche

Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo. (Armando Palacio Valdés)


Me pongo la bata roja y canto:

“…la noche /
se perdió en tu pelo”

como Roberto Sanchez, pero los veo llegar y me pongo serio.

Ejem, ejem (toz incómoda)


¿Tuvieron la oportunidad de ver “Eyes wide shut” (Ojos bien cerrados), aquella ultima película del gran Stanley Kubrick? ¿En un punto determinado del transcurrir de la película, no experimentaron una extraña sensación de incertidumbre sobre lo que podría llegar a ocurrir, así como la experimentara el mismo protagonista encarnado por Tom Cruise? ¿Nunca se vieron envueltos en una situación similar, en la cual se preguntaron: “¿Qué hago yo en este lugar, a estas altas horas de la noche, y que será de mí si sigo aquí?” pero quisieron permanecer para saber qué pasaría?
Bueno, la noche tiene estas cosas.
Hoy pondremos el spotlight sobre la noche, eterna compañera de los solitarios. Goethe decía: “La noche es la mitad de la vida, y la mejor mitad” y cuanta razón tiene.
Todo lo que ocurre en la noche pareciera teñirse por un extrañamiento brechtiano, pareciera todo acto yacer bajo un patrón de conducta diferente. Se tiene mas cuidado en los movimientos, el silencio prevalece en la ciudad y pone en contraste los sonidos, que, por sutiles que sean, siempre toman el centro del clima sonoro. Los sentidos se agudizan, las pasiones enrojecen y las memorias acechan. El café, por excelencia el sabor predilecto de la noche y sus criaturas, suelta su vapor al aire y dibuja curvas mas femeninas que una flor.

Hoy los invito a sumergirnos en la oscura e hipnótica cadencia de la noche.

Recomiendo, para sentir como opera el valor agregado de la noche sobre cualquier historia, tanto el film de Kubrick citado anteriormente, como la película “After Hours” (Después de Hora) de Martin Scorsese. En la primera encontraremos el valor de la noche en todas las situaciones planteadas. Desde la misteriosa escena que transcurre en la calle donde al Dr. Harford lo sigue sospechosamente un hombre que nunca se le acercará mas de cincuenta metros, pasando por la orgía con las máscaras y el ritual en la mansión, hasta lo bizarro ofrecido por la situación en la casa de disfraces. Algunas de estas escenas acompañadas por la minimalista banda de sonido compuesta por György Ligeti, que te da un jabón que te la voglio dire…
Y, por otra parte, After Hours, que también ofrece un personaje perdido en la noche de los barrios bajos de Manhattan, es revalorizada por la noche como concepto que reviste todo momento de extrañeza.

Revaloricemos nosotros, ahora, esta noche y recordemos una pizca de “Noches Blancas” de Fiodor Dostoievski seleccionando como quien cosecha, dos fragmentos de dicha obra:

“…El silencio reina en la pequeña habitación. La soledad y la indolencia acarician la fantasía. Esta se enciende poco a poco, empieza a bullir como el agua. La fantasía empieza a desbordarse entre alguna que otra llamarada…”

" Y no he vuelto a ver a Nástenka. ¿Entristecer con mi presencia su felicidad, ser un reproche, marchitar las flores que se puso en los cabellos para ir al altar? ¡Jamás, jamás! ¡Que su cielo sea sereno, que su sonrisa sea clara! Yo te bendigo por el instante de alegría que diste al transeúnte melancólico, extraño, solitario... ¡Dios mío! ¿Un instante de felicidad no es suficiente para toda una vida? "

Así como a Goya, en uno de sus caprichos, los sueños (con ellos hablamos de la noche) le producían monstruos, a Dostoievski estas geniales puestas en clima.
A mi me producen obsesiones, de las que ustedes son jueces y esclavos, aunque sea por esta noche. Por lo menos traten de disfrutarlo, la noche nos es dada para eso, si así lo queremos.

Hasta la proxima, buenas noches.

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